Ότι δεν με σκοτώνει με κάνει πιο δυνατό


sábado, 22 de septiembre de 2012

Septiembre, tiempo de vendimia



Σεπτέμβριος ο τρυγητής-αρχή φθινοπώρου, ΒΟΗΔΡΟΜΙΩΝ



Desde Navegando celebramos la llegada del otoño. Lo hacemos recordando el poema de Antípatro que acompaña a la imagen superior tan propia de septiembre. Ya desde la antigüedad se festejó la recogida de la vid, la gran fiesta de la vendimia.

Añadimos otro poema. De los abundantes y variados que a lo largo de los tiempos se han inspirado en esta estación he elegido El otoño  de Ioannis Karasutsas, poeta griego nacido en Esmirna en el año 1824.

Karasutsas. Su vida al igual que su obra refleja una clara influencia del movimiento romántico característico del siglo XIX. Este poeta firme defensor de los ideales democráticos y humanitarios que recorrían la Europa del momento refleja en su creación, especialmente en Melodías matinales un cierto desengaño, pesimismo ante la vida, característica esta tan propia de los románticos cuya actitud idealista enfrentada a la dura realidad que les rodea les lleva a menudo a la desesperación. En el caso de Karasutsas hemos de reconocer que la última etapa de su vida fue como mínimo complicada ya que tras ser apartado de su trabajo como profesor estuvo sometido a toda clase de privaciones que unidas a sus problemas psicológicos le llevaron al suicidio. Muere en Atenas en 1873. De sus publicaciones destacamos los libros La Lira, Musa nodriza y especialmente el ya mencionado Melodías matinales. Estilísticamente se distingue por una composición llena de sensibilidad y plasticidad.




Ιωάννης Καρασούτσας  

Το Φθινόπωρον

Tο βουρκωμένο σύννεφο τον ουρανό μαυρίζει.
Ψιλή ψιλή αρχίνησε βροχή να ψηχαλίζη·
      Eίναι η φύσις που θρηνεί,
Tα δάκρυά της είν' αυτά οπού πυκνοσταλάζουν,
Tα σύννεφα οπού βογγούν και βαρειαναιστενάζουν
      Eίν' η θλιμμένη της φωνή.

Eίναι πουρνό· τι καταιχνιά λευκή σαν Nαϊάδα !
Δεν βλέπεις μήτε το βουνό, μήτε την πεδιάδα.
      Tου χρόνου τα γεράματα !
Για δες τον ήλιο· έκρυψε τα χρύσινα μαλλιά του,
Xλωμό φεγγάρι έγεινε, κ' είν' όλο η θωριά του
      Παράπονο και κλάματα !

Nα ! βράχηκε και το ξερό της ερημιάς ποτάμι.
Aκούς τι κρότο το νερό μέσ' στα χαλίκια κάμει ;
      Bλέπεις τον άσπρο τον αφρό ;
Σταις λυγαριαίς ανάμεσα ήταν πουλιά κρυμμένα·
Tον κρότο καθώς άκουσαν, εφύγαν τρομαγμένα
      M' ένα τους πέταγμ' αλαφρό.

Ψυχή δεν βλέπεις· έρημος ο τόπος κ' αφειμένος.
O γέρος μόνος χωρικός πηγαίνει φορτωμένος
      Mε τα κομμένα ξύλα του.
K' εγώ μονάχος κάθομαι στην ρίζα του πλατάνου,
K' ακούγω την πυκνή βροχή οπού χτυπά επάνου
      Στα μαραμμένα φύλλα του.

Δεκαοχτώ φθινόπωρα ώς τώρα μόλις είδα·
Aλλ' αν και τόσο ενωρίς γυρίσω παρ' ελπίδα
      Στην γην οπού μ' εγέννησε,
Aς θάψουν χέρια φιλικά το άψυχο κορμί μου
Kοντά στη ρίζα της ιτιάς που τόσαις στην ζωή μου
      Φοραίς μ' εφιλοξένησε.

Tους κλώνους της τους λιγυρούς ο ζέφυρος να κλίνη,
Kαι ίσκιο μελαγχολικό στον τάφον μου να χύνη
      Tην ώρα του καλοκαιριού.
Kαι πάλιν όταν ο καιρός αρχίζη να κρυόνη,
Nα πίπτη εις το μάρμαρο η χάλαζα, το χιόνι
      Kαι η βροχή του Γενναριού.





Ioannis Karasutsas 

El otoño

La nube lacrimosa ennegrece el cielo.
Finísima, comenzó la lluvia a orvallar.
      Es la naturaleza que llora.
Sus lágrimas son las que gotean densamente,
y las nubes que gimen y suspiran con gravedad
      son su voz entristecida.

Es de mañana. ¡Qué bruma blanca como una náyade!
No ves la montaña ni la llanura.
     ¡Vejez del tiempo!
Mira el sol. Ocultó su cabello dorado,
se convirtió en pálida luna y su aspecto es tan sólo
     queja y llanto.

¡Eh ahí! Empequeñeció también el seco río de la soledad.
¡Escucha el ruido que hace el agua entre los guijarros!
     ¿Ves la blanca espuma?
Entre los mimbres se ocultaban los pájaros.
Al escuchar el ruido, salieron asustados,
      en un suave vuelo.

No hay un alma. El paraje está desierto y abandonado.
Sólo el viejo agricultor va cargado
      de madera cortada.
Y yo me siento, solo, en la raíz del plátano
y escucho la densa lluvia que golpea
      sobre las hojas marchitas.

Apenas vi, hasta este momento, dieciocho otoños.
Pero regreso esperanzado, aunque tan pronto,
      a la tierra en que nací.
Que manos amistosas entierren mi cuerpo exánime
junto a la raíz del sauce que tantas veces,
      en mi vida, me dio cobijo.

Que Céfiro incline sus leves ramas
y una sombra melancólica se vierta sobre mi tumba
      cuando llegue el verano.
E, incluso, cuando empiece a hacer frío,
que caigan sobre el mármol el granizo, la nieve
      y la lluvia de enero.

Trad.: José A. Moreno






Un lamento y una lágrima
primer otoño primera lluvia
esta noche…  Así comienza la letra de esta canción