Ότι δεν με σκοτώνει με κάνει πιο δυνατό


sábado, 29 de marzo de 2014

Carta sin despedida. Ángel González / John Coltrane






















A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.

A veces –o mejor dicho:
casi nunca–,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba solo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
–quizá por imposible y por lejano.

Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro,
que no odia,
que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
largo el cabello.

Cuando sonríes, yo te reconozco
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame.


(Ángel González, Carta sin despedida)







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